domingo, 14 de agosto de 2011

inundaciones en Varanasi, un inesperado baño en el Ganges

Si nuestro sobrino fuera el encargado de definir esta ciudad, diría: Vaaca, monó y acua; pero debería añadir a su repertorio boñiga.

Llegamos a Varanasi sin alojamiento y por una vez, sólo tenemos buenas palabras para el conductor del rickshaw que nos llevó. La negociación fue tan fácil como ir a un puesto de prepago y darle al chófer la dirección del hotel que nos recomendaron unos españoles que conocimos en el Taj. Nos llevó y al llegar nos planteó que le echáramos un vistazo y si no nos gustaba podría enseñarnos otro sitio mejor y más barato. Dicho y echo, subimos, vimos y marchamos (simplemente por barajar todas las opciones). Empezamos un tour por una buena selección de hoteles de Varanasi. Éste caro, éste malo, éste sin wi-fi... hasta que voilà, encontramos el sitio perfecto. Un hotel con wi-fi en la habitación (todo un lujo en estas tierras), aire acondicionado, secador de pelo y hasta sábanas ultralimpias y toallas decentes. Además, había que añadirle que se podía pagar con visa y la ubicación en el ghat Harishchandra (el crematorio más antiguo de Varanasi) lo hacían perfecto puesto que se puede llegar en rickshaw. En resumen, en todo el cogollo pero sin agobios.
Tras una negociación con el del hotel, nos hizo precio, así que nos quedamos. Le dimos 20 de propina al conductor del rickshaw y nos despedimos de él con un apretón de manos que significaba: tú happy (imaginamos que por la comisión del hotel), el del hotel happy (ya que creo que eramos los únicos huéspedes) y nosotros happy (porque habíamos encontrado un sitio cojonudo). Todos happy por una vez.
El primer día nos lo tomamos con calma, Alber aún estaba de lo suyo, así que internet, paseo por Mandapur Road (la calle más embotellada y estresante de Varanasi, qué más adelante aprendimos a evitar e ir callejeando), siesta y ceremonia ganga aarti con puja, fuego y danza en el Dasaswamedh Ghat.


aquí nos encontramos al Carmona de los Ketama
como jefe de ceremonia.


El segundo día amaneció diluviando. Me levanté a coger las deportivas que había dejado en el balcón la noche anterior para evitar el pestazo, ya que había pisado una mina antipersona que una vaca colocó a mi paso. Al salir al balcón casi me da un infarto, no se quien se asusto más, si el mono que estaba sentado en la silla bajo la cual estaban mis zapatillas o yo. Cerré lo más rápido posible ya que nuestro balcón estaba lleno de monos al resguardo de la que estaba cayendo.
Esperamos a ver si pasaba la tormenta mientras los monos golpeaban nuestras ventanas. Al final y en vista de que no paraba, decidimos salir a desayunar, chubasquero en ristre. Salimos del hotel lloviendo a cantaros y mientras tomábamos el desayuno, en vez de calmarse, cada vez llovía con más fuerza. Sin terminar de tomar el café me dí cuenta de que había olvidado mi cartera en el hotel, boñiga gorda. Dejo a Nuria en el bar (era innecesario mojarse los dos) y de camino al hotel me doy cuenta de que algo no va bien, las estrechas calles por las que habíamos venido no hace mucho, ahora estaban de agua hasta los tobillos. De vuelta con la cartera parece que empieza a amainar un poco el monzón y las calles vuelven a su estado normal.

Ya con Nuria y en vista de que había dejado de llover emprendemos marcha en busca del crematorio principal. Al aproximarnos donde la noche anterior habíamos visto al Carmona nos encontramos con calles totalmente inundadas. Callejeamos buscando algún otro camino por donde poder continuar. Al llegar a la calle ancha que va a dar al ghat principal vemos como ésta se ha convertido un río que desemboca en el Ganges. Hay bastante gente y no parece muy peligroso, así que no me lo pienso dos veces, me descalzo y me meto (donde me coloqué cubría hasta la rodilla) en las purificantes aguas del Ganges en busca de una foto publitzer. Me quedo pegado a una farola porque da chungo, ya que el torrente de agua tenía bastante fuerza. Desde mi segura posición vi caer a varias personas siendo arrastradas unos metros por el agua. Desde mi farola también me tocó ayudar a locales y extranjeros a llegar a tierra firme. Concretamente una francesa me debe el no haber terminado en el río, la chica me dio el gracias más sincero que he escuchado nunca.




 Ya cuando bajaba menos agua no quedó otra opción que continuar chapoteando por las calles de Varanasi, gran parte de esta zona estaba inundada, así que buscamos el itinerario menos profundo hasta llegar a tierra seca. Que nadie se alarme que ya no estamos en Varanasi, ahora estamos en Delhi. Tampoco estando allí nos dio sensación de peligro, los locales lo vivieron como algo festivo y los turistas hicimos lo propio. El monzón se trago literalmente los ghats de la cuidad, principal atractivo del lugar y esto compensó en parte las fotos que la crecida nos quitó.








Llegamos a la zona de los rituales funerarios, que es lo que todo el mundo conoce de Varanasi. Hasta que no estás en estrechos callejones buscando el crematorio principal y tienes que pegarte contra la pared para dejar pasar a los cortejos con los cuerpos amortajados no eres consciente. No entraré en detalles macabros, simplemente diré que nuestra opinión es que los turistas no pintamos nada aquí, no se debería hacer negocio de esto.

Descartado el paseo en bote, por motivos obvios, el resto del tiempo aquí lo dedicamos a pasear, callejear, comprar y ver los cuatro escalones que quedaban en algunos de los ghats que el río no había engullido.




la calle Preciados de Varanasi


después de la tempestad llega la calma
desde estas escaleras vimos unas horas antes el ritual del fuego




hicierón sagradas a la vacas, a los monos y a las ratas....
 
pero se olvidaron de los perrros




 Benidorm en Agosto

Sólo nos queda por decir que al mal tiempo buena cara......
Delhi, última parada.

2 comentarios:

  1. Hola nois! bueno el post y muy buenas fotos!!! te felicito Alberto! un saludo de Núria de Bcn..

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  2. ahi tb estuve yo chapoteando ese mismo dia! jaja q curioso! :-)

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